Published at El Paso Texas,
01/16/1934
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Debido a la importancia de este articulo, he hecho una traduccion. MM
"Habana, Enero 16, 1934 El presidente provisional Carlos Hevia de 37 años graduado de Annapolis intenta organizar el gobierno hoy, mientras que los poderes politicos que le llevaron al cargo mas alto en Cuba estan preparados para una posible guerra civil. El Coronel Fulgencio Batista jefe de despacho del ejercito y Antonio Guiteras el hombre de mas poder en el gabinete del presidente Ramon Grau San Martin, quienes lo forzaron salir de la posicion, estan en una abierta y peligrosa oposicion entre ellos , con Hevia frustado. Guiteras firmemente apoya a Hevia ya que al parecer llevara a cabo el programa radical que Grau San Martin apoyo pero no pudo ponerlo en efecto. El es abiertamente contrario a Batista y esta tratando de aliniarse el ejercito del antiguo sargento. Batista, desde que el lidereo la revuelta de los miembros del ejercito y la marina que llevo a Grau San Martin al poder, ha mantenido la solidaridad de sus hombres . El por el momento apoya a Hevia aunque penso que el candidato para re-emplazar a Grau San Martin era el Coronel Carlos Mendieta, un lider nacionalista y considerado el mas popular de los viejos politicos del pais."
Cumberland Evening Times -
Cumberland, Maryland - May 8 1935
Cortesia de Roberto Torricella.
LA MUERTE DE ANTONIO
GUITERAS HOLMES por: L. Llodra Molina (Testigo presencial del
hecho)
A las ocho de la mañana de
aquel día 8 de mayo, llegué a la redacción de “Avance”, situada entonces en los
bajos del Centro Asturiano de La Habana. Fui como siempre, el primer redactor
del periódico en llegar… Era entonces jefe de la página política del periódico
que, respondiendo a una tradición de Oscar Zayas, su director y copropietario,
se denominaba “Teatro Político”. Ya me esperaban –lo que constituyó una sorpresa
para mí- el fotógrafo Pablo Donato y el chaufeur del periódico, Armando Posse.
Tenían una encomienda: salir con el primer redactor que llegara hacia Columbia,
Cuartel General del Ejército y residencia también del coronel Fulgencio Batista
y Zaldívar, Jefe de la Institución. La noticia no me fue agradable: redacto
político, no sentía entusiasmo alguno por alejarme de mi sector informativo. Por
teléfono me comuniqué con el director, pero sus órdenes fueron terminantes:
debía no preocuparme de la página política y saldría hacia Columbia, poniéndome
en contacto con el comandante Jaime Mariné, Jefe de los Ayudantes del Jefe del
Ejército y su Secretario Particular.
Hacia Columbia partimos y
nos entrevistamos con Mariné. Saldríamos hacia Matanzas con el coronel Galindez
y otros oficiales del Ejército y uno de la Marina, nombrado Díaz Joglar:
presenciaríamos la detención de Guiteras y haríamos la información para nuestro
periódico, que tendría la exclusiva.
Un breve receso en
Matanzas, durante el cual Galindez y los oficiales se entrevistaron, sin salir
de sus autos, con unos oficiales del Ejército y la Marina, y seguimos hacia “El
Morrillo”. Allí, según la confidencia confirmada, se encontraba el ex-Secretario
de Gobernación y Jefe de la organización clandestina “Joven Cuba”, Antonio
Guiteras, acompañado de algunos miembros de su grupo, entre los que se
encontraban José Antonio Casariego (hermano masón de este redactor e hijo del
venerable maestro de nuestra Madre-Logia, “Dos Ríos”, y ex-concejal del
Ayuntamiento de La Habana, Federico Casariego y Landrove). También se
encontraban un venezolano apellidado Aponte, dos damas: Conchita Valdivieso y
Xiomara A’Halloran; y algún otro miembro de la “Joven Cuba”, cuyo nombre
lamentamos no recordar. Digamos en la presentación de los allí refugiados, que
Conchita Valdivieso era esposa de José Antonio Casariego.
Al llegar al “Morrillo”
abandonamos las máquinas; nuevos oficiales se unieron a los que de La Habana
habían salido, y se nos reunió el grupo de soldados que, con el Cabo Man al
frente tenía a su cargo la detención material de Guiteras y sus acompañantes.
Una breve conferencia y los soldados dirigidos por el cabo formaron un
semicírculo y se dirigieron al fuerte. Nosotros quedamos con los oficiales un
tanto a la retaguardia. Segundos después oímos la voz del cabo: “¡alto al
Ejército!”. Inmediatamente, una ráfaga partió de la frondosa maleza, a la que
respondió una cerrada descarga del pelotón militar. Gritos de rendición y una
primera exclamación de un soldado: “¡Han matado al cabo!” A este grito se
unieron otros de entre la maleza: “¡Han matado a Guiteras y a Aponte!” Una voz
de una mujer, agregó llorosa: “¡También a José Antonio”! Los soldados y todos
los que allí estábamos, abriéndonos paso entre la vegetación que, repetimos, era
exuberante, llegamos junto al grupo de los soldados y rebeldes. No hubo una sola
expresión de odios; militares y rebeldes lamentaban las muertes respectivamente
afines.
Donato, nuestro fotógrafo,
disparaba una y otra “plancha”“plancha” captando los muertos. Nosotros,
preocupados, con quien era nuestro hermano masón, a quien, además, conocíamos de
niño, nos dirigimos al grupo formado por las damas. Allí estaba José Antonio
Casariego herido, no muerto.
Se ocuparon las armas,
fueron detenidos los ilesos y se ordenó el traslado de éstos hacia el castillo
de San Severino. Conchita y Xiomara no aceptaban que se las separase de José
Antonio. Mismo temor tenia Casariego. Nos llamó a su lado: “No te separes de mi
por si acaso…” La verdad es que no se veía la menor muestra de encono. Pedí
permiso para retratar al herido y las mujeres detenidas, y con ellos me
retrataron a mí. Con Donato, regresé a La Habana. Aquella tarde “Avance” brindó
a sus lectores una amplia información directa con varias
fotos.
Días después, volvimos a
Matanzas, al castillo “San Severino”, como periodistas. Visitamos a los presos,
tal como nuestra logia lo interesaba, por la situación de su hermano Casariego.
Quería que éste conociera que su Madre-Logia no lo abandonaba. Entonces charlé
largamente con él. Conocí con detalles todo ese proceso. Guiteras había
conversado largamente con el comandante Galindez, con quien le unía una buena
amistad. Guiteras se consideraba bien oculto del Gobierno, pero la policía
conocía su escondite y se aprestaba a detenerlo. Galindez se opuso y ofreció
entrevistarse con él y convencerlo de que debía presentarse. Guiteras pidió unos
días de tregua y se comunicó con su amigo Pepillo del Cueto, nieto del eximio
jurista y ex-catedrático de nuestra Universidad. De esa conversación salió el
plan de fugarse al extranjero. Guiteras y sus amigos escaparían de la vigilancia
policial y se dirigirían hacia “El Morrillo” que estaba totalmente abandonado y
rodeado de malezas. Allí esperarían la llegada de Pepillo, en su yate, que los
llevaría hacia Sur América. Pero el yate tuvo problemas en sus motores. Quedó
descompuesto en el río Almendares. Mientras en “El Morrillo” conferencia
Guiteras con sus afines matanceros. Se asaron puercos. Más de una vez, un Ford
que les fue facilitado en Matanzas, fue a las tiendas de la ciudad a buscar
comestibles, “ganchos de cabeza” y otros utensilios para las mujeres. Las
autoridades de Matanzas se interesaron por esos viajes y reuniones, y así se
descubrió su existencia allí. Fue culpa de Aponte la muerte de Guiteras, nos
dijo Casariego. “Nosotros supimos que se pretendía rodearnos, antes que los
soldados nos vieran. Decidimos huir, pero Aponte, al sentir la orden del
Ejército conminándonos a rendirnos, disparó la ametralladora que portaba, Man
cayó abatido por esas balas y los soldados respondieron. Tiraron contra los
matorrales, matando a Guiteras y Aponte, e hiriéndome a mí. No quisieron
matarnos. Si lo hubieran querido, nada se oponía a ello”, nos agregó
Casariego.
Pasó el tiempo. Los
compañeros de Man hicieron en su tumba un modesto monumento que Eddy Chibás
destrozó a mandarriazos al día siguiente de tomar posesión como Presidente Grau
San Martín. José Antonio Casariego fue electo Representante. Al vencerse su
mandato, se dio un tiro con su propia pistola en el Hotel “Cárdenas” donde
habitaba.
No hacemos juicio de
Guiteras. Lo recordamos escribiendo a lápiz un Decreto ordenando la ocupación de
la Compañía de Electricidad, en la terraza de Palacio, mientras una multitud
clamaba por la medida. Recordamos su incidente con la Tabacalera ordenando se
extrajese de un barco, un tabaco que se exportaba a España. Al día siguiente,
ante la protesta de la Embajada Española, el Presidente Grau ordenó su embarque.
Cuando Guiteras se enteró, personalmente concurrió al muelle para ordenar su
extracción del barco. Grau insistió en su orden y el tabaco salió hacia España
pero se rompieron las relaciones entre ambos hombres. Entonces nació “La Joven
Cuba”.
Afirmamos la certeza de lo
narrado, ya que ocasionalmente nos tocó a nosotros que no hacíamos reportajes
policíacos ni militares, ser los únicos periodistas presentes en el debatido
caso, torpe o maliciosamente tergiversado por quienes sólo pudieron conocer “la
verdad” de oídas.
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En este libro de Julio Cesar Guanche el autor lo titula " El socialismo jacobino de Antonio Guiteras. "
" En el espectro de las fuerzas revolucionarias, el Gobierno de Grau-Guiteras fue defendido, entre otros, por el Partido Bolchevique Leninista (PBL) y Defensa ObreraInternacional (DOI), de filiación trotskista, y por sectores que con esa inspiracióncohabitaban dentro del Ala Izquierda Estudiantil (AIE) y de la Federación Obrera de LaHabana (FOH), mientras que fue combatido con denuedo por la ConfederaciónNacional Obrera de Cuba (CNOC) y el Partido Comunista de Cuba (PC), ambos bajo la imaginación del “marxismo leninismo soviético”
Aquella decisión ¿callada?
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